El camembert de Normandía, más que un simple queso
El Camembert de Normandía se ha convertido en uno de los símbolos de la gastronomía francesa. Poderoso en boca, con sabor a bosque, afrutado, tierno, meloso…
Desde hace más de dos siglos, este pequeño queso redondo se ha instalado en el imaginario de todo un pueblo y se puede decir, sin exagerar, que forma parte del patrimonio nacional francés. La Denominación de Origen Controlado (DOC), obtenida en 1983, ha
logrado mantener la fabricación en su tierra normanda original, la tradición de la leche cruda y del moldeado con cucharón. Todas estas características, que le vinculan con sus raíces históricas, y muchas más especificidades de fabricación hacen de este queso una sinfonía de sabores sin parangón.
Cremoso, con algo de amargura y un sabor en boca que se intensifica, conforme se va curando, lo elegiremos por su pasta amarilla clara, tierna, ni demasiado blanda ni demasiado firme. Treinta días antes de la fecha de caducidad, el camembert está poco curado, presenta un corazón blanco gredoso, bastante firme, luego se va blandeando. Diez días antes de la fecha de caducidad se pone blando y líquido, muy perfumado. Desde la década de 1890, se coloca en pequeñas cajas de madera de álamo.
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