Festejando los 50 en NYC
Me siento Carrie Bradshaw, sentada frente a un teclado y contando acerca de mi último viaje a New York. Bueno, empiezo:
A principio de este año cumplí frescos 50, y en lugar de deprimirme decidí que uno de mis festejos sería invitar a una amiga del alma, quien felizmente también cumplió 50 (pero como es 4 meses más chica siempre “me gasta” que soy mayor), a hacer una escapada a New York City. Cuando se lo propuse enseguida se copó y extendimos la invitación a otra gran amiga y, sin duda, en ese momento “el universo se nos alineó” ja ja ja.
Yo ya había visitado la gran manzana en varias ocasiones. Con mi esposo en octubre de 1995 del cual obvio que tengo fotos (de las que había que revelar) en la cima de las Torres Gemelas, en setiembre de 2007 volví con esposo e hijos, allí ya no estaban las torres y tampoco pudimos entrar a la bolsa de Wall Street ya que desde los atentados están las visitas suspendidas por seguridad. En esa oportunidad hasta vimos la ciudad desde helicóptero ¡alucinante! En mayo 2013 regresé con mi marido y la encontré con mucho andamio y obras por doquier reconstruyendo lo que el huracán había maltrecho. Igualmente disfrutamos muchísimo, paseamos tranqui sin la necesidad de hacer muchas cosas tradicionales que son obligatorias de una primer visita.
Y aquí estaba yo, preparando mi cuarta visita, esta vez con mis amigas . . . pasamos los 5 meses previos preparando la aventura de diversa forma. Una de ellas se entregaba a lo que el destino le deparara, no iba a sacar fotos, no quería saber qué cosas visitaría, o sea, que la cosa venía de conduciendo a “Miss Daisy”. La otra, más interesada, y yo desesperada porque no nos quedara nada de aquello obligatorio para ver, ya que ellas NUNCA habían ido y, bueno, esa fue la consigna: visitar, conocer, un poco de tiempo de compras y la verdad es que nos salió todo increíble, fuimos con planificación día por día, no nos quedó nada por ver, congeniamos fantástico y, como decía “Miss Daisy” el universo se nos siguió alineando para nosotras . . .
Por fin llegó el día, la familia nos acompañó al aeropuerto y nosotras – felices – emprendimos nuestra aventura. El vuelo perfecto entiempo y forma. Llegamos a JFK y tomamos taxi. Llovía pero nosotras, estábamos encantadas, teníamos “plan B” para todo. Subimos al taxi y la típica: el chofer en un inglés bastante malo (y eso que el nuestro no es maravilloso) nos pregunta: where are you from? Nosotras copadas y exultantes dijimos primero Uruguay y el chófer no demostraba saber si eso era un país , un estado de USA o qué. Proseguimos explicando que éramos vecinos de Argentina y Brasil y nada, así que le preguntamos si le gustaba el fútbol y asintió. Dijimos “ya está nombramos a ídolos y va a saber de dónde somos”. FORLÁN, SUAREZ… y el buen hombre con cara poco feliz torció su rostro y con su inglés mediocre nos responde: “I don’t like SUAREZ I don’t like URUGUAY I’m from GHANA”. Pahhhhhhhh fue la primera y última vez del viaje que recurrimos al fútbol para indicar de donde éramos. Igualmente, nos llevó hasta el hotel y hasta nos ayudó con el equipaje.
Una vez instaladas nos refrescamos un poco y a la calle. Como aún llovía fuimos a Madame Tussauds, el museo de cera que está en la 42 y la 7ª. Allí compramos los tickets del hop on vip por tres días y, además, por comprar ese nos descontaron en la entradas del museo de cera, del Empire y tenés descuento en alquiler de bicis, preferencia de acceso al Hard Rock…
Después de visitar Madame Tussauds fuimos en metro hasta el Metropolitan Museum hasta que cerró. Entonces, nos dirigimos hacia Madison y la 74 y tomamos algo en una patisserie riquísima y volvimos al departamento.
Al otro día, como llovía un poquito, fuimos caminando a Macys y cuando llegamos largó a llover fuerte, era la señal debíamos entrar y COMPRAR. Así fue, entramos y quedamos en encontrarnos a las 12.30. Cuando salimos había un sol radiante y nos fuimos al departamento para dejar lo que habíamos comprado. Salimos a Bryant Park que está a dos cuadras del departamento y comimos en una mesita del parque. Fue un placer. Sol, calorcito, flores, coro de niños… Había que irse, así que después de disfrutarlos empezamos vuelta en hop al upper, nos bajamos en Saint John the Divine que al fin terminaron de restaurar. Luego subimos de nuevo al hop on y nos bajamos en la puerta Vanderbilt del Central Park, divinos jardines para visitar, nos sentamos en los bancos a disfrutar de esa atmósfera en medio de una gran ciudad.
Seguimos paseando por el Rockefeller Center y fuimos a Magnolia Bakery por la merienda. Son los mejores cupcakes que probé en mi vida, su fama está bien ganada. Más tarde fuimos a la Ópera. Llevamos los tickets desde acá para ver Madame Butterfly en el Metropolitan Opera House, no podíamos creer está allí sentadas entre tanto glamour! La Ópera una maravilla y el teatro alucinante, tiene traducción subtitulada a varios idiomas en un dispositivo colocado en el respaldo del asiento de delante ¡increíble! Disfrutamos las 3 horas tanto, que pasaron volando. Salimos a ese mar de gente elegante, que se veía feliz de haber asistido a un espectáculo grandioso y, de repente, perdimos a “Miss Daisy”, no estaba por ninguna parte . . . Al rato, cuando logramos divisarla a lo lejos estaba hablando (y es la que no sabe inglés) con el chófer de una limousine. Cuando la alcanzamos descubrimos que el buen hombre, que se llamaba Pedro, hablaba algo de español y habían acordado que nos llevaría una hora de paseo por Manhattan pero que él regresaría por nosotras luego de llevar a sus pasajeros que salían de la Ópera. Entonces frente al Lincoln Center, donde hay varios lugares con mucha onda a tomar algo, mientras esperábamos a Pedro y su la limousine. Pedro se demoró un poquito y cuando ya estábamos por tomar un taxi, Pedro apareció.
Entre risas y fotos con semejante auto recorrimos Manhattan a medianoche después de un largo e intenso día. Fue un buen broche de oro.
Al día siguiente visitamos el Bajo Manhattan. Fuimos hasta el edificio Woolworth y en la plaza nos detuvimos un buen rato asombradas por los cerezos en flor y los tulipanes. De ahí empezamos a caminar por la Ground Zero, Winter Garden y, después, bordeamos el río Hudson hasta bowling Green, subimos hasta Trinity Church, Wall Street , Federal Hall y tomamos un taxi para que nos cruzara el puente de Brooklyn con la intención de volver caminando y apreciando las vistas de Manhattan. Y así lo hicimos. En el medio del puente le pedimos a una parejita de peruanos que nos sacaran unas fotos con el fondo el arco del puente y Manhattan a nuestras espaldas ¡Las vistas son increíbles!
El siguiente día empezamos visitando el Empire State al cual llegamos caminando por la Quinta Avenida y de camino vimos la Biblioteca Nacional. Subimos ¡divino día! ¡el paisaje, excepcional!
Cuando bajamos comimos en una de las mesitas de Herald Square frente a Macys. Después fuimos a tomar el barquito que recorre contorno de la isla y que está incluido en el hop on. Dura 90 minutos y es espectacular. Se aprecia Manhattan desde un punto totalmente diferente, vale la pena. De ahí tomamos un taxi hasta la 16 aproximadamente y paseamos por High Line hasta Gansevoort Street. Presenciamos una pareja de dos hombres recién casados que estaban haciendo sus tomas de boda. Ambos con smoking y recorriendo High Line buscando las mejores tomas fotográficas. Para nosotras algo inusual, pero que a nadie sorprendía.
Salimos al Meatpacking y dimos un paseo por allí. Es un lugar divino para tomar algo a la tardecita o noche, nosotras continuamos al village, pasamos por la fachada de la serie Friends y paramos en una rica patisserie donde compramos té en McNulty’s Tea & Coffee Co, en 109 de Christopher Street. Continuamos hasta Washington Square donde nos cruzamos con Jean Reno, el mismo, el actor francés, ¿quién lo descubrió? “Mis Daisy” y casi enloqueció. Aunque el muy antipático no quiso ni foto ni hablar nada. Luego del encuentro con una celebridad que ni la hora nos dio, nos fuimos caminando al Soho. En Soho un lugar súper pintoresco y delicioso para comer es Balthazar que se ubica en Spring Street esquina Crosby.
El día siguiente fue domingo, día de Central Park, obvio. Nuestra idea era recorrerlo en bici, así que allá fuimos, a veces andando a veces caminando con la bici en mano. Almorzamos en Isabellas en Columbus Avenue y la 77. Volvimos al parque para a “patear” y bicicletear hasta las 6 de la tarde. Ninguna llovizna logró movernos de nuestro objetivo. Volvimos al departamento para ducharnos y cambiarnos. De vuelta a la calle buscamos el hop on nocturno desde las 20.30 hasta las 22.30 aproximadamente. Nos bajamos y comimos en el Hard Rock de Times Square, al cual teníamos acceso preferencial por tener hop on vip. El lugar relindo y rico como todos los Hard Rock, buena onda y música.
El lunes hicimos compras por la mañana en Macys y alrededores, donde se encuentra Zara, Victoria Secret, Forever 21… ¡todo juntito en la 34! Después de almorzar fuimos hacia la zona del Flatiron. Paseamos, merendamos en Eataly, que me encanta, y después al departamento porque teníamos teatro. También llevamos desde acá entradas para Mamma Mía. Pasamos relindo , la música y el baile súper divertidos. Salimos y teníamos tickets para subir a Top of the Rock, y allá fuimos para ver la vista desde el mirador y jugar en la sala de luces. Volvimos caminando al apartamento para hacer las valijas. Desde la recepción nos pidieron un delivery de pizza deliciosa.
El martes con todo prontito dejamos abajo el equipaje y a “patear” nuevamente por la 42 hasta Central Station. Es imperdible el mercado que sale hacia Lexington, la presentación de todo es increíble y la variedad de especias, tés es espectacular. Después caminamos por Park hasta Waldorf Astoria. De camino hacia la 5ª, entramos en Saks (y como entramos salimos, jaja). Fuimos al Rockefeller Center, St Patrick, por la 5ª hasta el parque. Nuestra intención era recorrer el parque en uno de los carruajes que están siempre esperando pasajeros para pasear. Y el universo se nos alineó de nuevo conociendo a Armando, un conductor italiano que sabía algo de español porque su esposa era ecuatoriana. Encantador, nos llevó a los lugares más emblemáticos del parque y los disfrutamos intensamente recordándolos de nuestro paseo en bicicleta dos días atrás. El clima estaba ideal para pasear por un parque no tan concurrido como el domingo y con el sonido de los cascos del caballo cabalgando por los senderos del parque.
Cuando terminamos el paseo fuimos en taxi a Laduree por Macaroons, está en Madison y la 73, es un pedacito de París en Nueva York, una patisserie extraordinaria. De ahí en taxi al apto para levantar las valijas, partir para el aeropuerto.
Fue un viaje a un rítmo intenso, y no puedo negar que quedamos agotadas, pero sé que muchas congéneres me entenderán, es un plan que solo siendo mujeres solas podemos llevar a cabo. Diversión, paseo, compras y risas con amigas, un excelente festejo de 50 añitos . . . misión cumplida!
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