Bienvenidos a Taquile
¿Se imaginan un lugar al cual la globalización casi ha ignorado en estos tiempos? Un sitio donde no hay hoteles, edificios, vehículos… Este lugar existe y se llama Taquile.
En un viaje que realicé a las entrañas de Perú descubrí un lugar que marcó un antes y un después en mi forma de mirar al mundo. Quiero compartir y describir lo mejor posible mi vivencia en este lugar del planeta y les invito a teletransportarse por unos instantes a Taquile. ¿Se animán?
Para comenzar hay que aclarar que los taquileños tienen el control de la actividad turística, esto hace que limiten el número de visitantes y eviten que se construyan hoteles y demás tipos de hospedaje. No por ello no podés pasar la noche en la isla, ya que algunos de los habitantes reciben a viajeros en sus casas por poco dinero. Es una experiencia altamente recomendable si sos un viajero de los que le gusta mimetizarse con la cultura del lugar que visita.
Por su lado, los isleños tienen una singular manera de vestir. Los hombres, por ejemplo, usan pantalón y un gorro llamado Chullo, el cual elaboran ellos mismos y según el color que se usa determina el estado civil. También usan una faja, a la que llaman cinturón calendario y tiene un significado muy especial. Esta faja es elaborada por la esposa y en ella teje de un modo simbólico todo lo que proyectaron para su vida como hijos, la vivienda o los animales que tendrían.
La comunidad de Taquile basa su economía en la agricultura, la pesca y la ganadería. Es la única isla donde se siguen manteniendo las 3 leyes incaicas: Principio De Ama Qhilla, Ama Llulla, Ama Suwa “No robarás, no mentirás y no serás perezoso”.
Los taquileños son muy hospitalarios y saludan a los forasteros que se acercan hasta su comunidad. Incluso los niños corren a brindar su cálido saludo a los visitantes. Es sorprendente la conexión que uno establece con esta comunidad rebosante de energía que se muestra comprensiva y con ganas de compartir su profunda sabiduría. Practican el quechua y, sin embargo, la comunicación con los isleños es fluida, porque con solo mirarlos saben lo que necesitás y tu lo que necesitan ellos.
Vivir esta experiencia con personas tan pulcras y honradas hace darnos cuenta de la importancia que tiene no perder nuestros valores, los cuales forjaron la forma de actuar de nuestros antepasados y conformaron los pilares de lo que hoy somos. De este recóndito lugar siempre recordaré a las gentes que habitan estas tierras pero, sobre todo, recordaré a Judith (la niña de la foto), que me miró y sin dudarlo me acerqué a ella. No podíamos comunicarnos con palabras, pero las barreras idiomáticas no pusieron freno y nos comprendimos. Judith me indicó que me agachara, la obedecí y ella comenzó a acariciarme el rostro. Así es Taquile.
Debe sr maravillosa la experiencia.
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La verdad que una experiencia inolvidable. Gracias por comentar 🙂
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