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Estos son nuestros elegidos, tres apasionantes opciones para que no dejes de disfrutar:

Joyas de Marruecos

Marruecos es la puerta a África, un lugar de una diversidad abrumadora. Un país que ofrece cordilleras legendarias, ciudades ancestrales, desiertos infinitos y una cálida acogida. Desde las dunas del Desierto de Sahara hasta los picos del Alto Atlas, Marruecos parece hecho a medida para los viajeros. Esta franja norte-africana está alfombrada de paisajes exuberantes y una arquitectura ancestral y colorida.

Las ciudades de Marruecos se cuentan entre las más fascinantes del continente. Invitan a seguir las huellas seculares de nómadas y comerciantes hasta el corazón ancestral de ciudades como Fez, con el laberinto de callejones de su medina, a Yamaa el Fna, en Marrakech y su carnavalesco teatro callejero. Pero este viaje no se limita a recorrer el patrimonio únicamente, las ciudades de Marruecos también miran al futuro, con diseños más urbanos en Casablanca, Rabat y Tánger sin dejar de rendir homenaje a sus raíces.

Praga, Viena y Budapest

Praga es “La ciudad de las cien agujas”, un laberinto de callejuelas empedradas encandila a los visitantes con su espectacular arquitectura gótica, sus genuinas tabernas, sus cafés fin de siècle, su arte de vanguardia y su majestuoso castillo –el más grande del mundo– con Praga a sus pies.

Viena nos conquista con sus Palacios Imperiales, sus paisajes urbanos barrocos, sus Kaffeehäuser (cafés) iluminados por candelabros y sus Beisln (bistró-pubs) revestidos en madera. Viena está colmada de historia, pero la ciudad no solo se aferra a sus tradiciones, sino que sigue incorporando todo lo nuevo: desde el diseño, la arquitectura y el arte contemporáneos, hasta las iniciativas ecológicas y las innovaciones culinarias.

Budapest es una ciudad singular, apasionada y vibrante y distingue es su belleza enclavada en una curva del Danubio. Está delimitada al oeste por las colinas de Buda y al este por la Gran Llanura. La ciudad es una joya arquitectónica con edificios barrocos, neoclásicos, eclécticos y art nouveau. En definitiva, arte para todos los gustos. Además de la interesante mezcla de museos y calles comerciales, en los meses de calor la mejor opción para adentrarse en la ciudad son los clubs al aire libre llamados kertek («jardines») y los pubs-ruina, ubicados en edificios antiguos en ruinas ¡un verdadero plan!

Italia clásica – Milán, Venecia, Florencia y Roma

Milán es una metrópolis acelerada donde la creatividad es un gran negocio desde la moda a la gastronomía más exótica. Esta ciudad resulta trepidante y alegre. A diferencia de la Italia tradicional, la del sur, en Milán se respiran casi los mismos aires que en Nueva York, moda, actividad callejera y mucho movimiento.

Venecia con sus gondoleros que navegan las aguas de los angostos canales y la mayor concentración mundial de obras maestras protegidas por la Unesco, es un destino que deja sin aliento a cualquiera. Basta con contemplar sus palacios construidos sobre el agua o salir de fiesta disfrazado de un auténtico casanova para asegurar la emoción al visitar esta ciudad.

Pese a ser sorprendentemente pequeña, Florencia posee atracciones culturales y un encanto muy particular. Sus calles medievales evocan miles de cuentos, y sus museos e iglesias atesoran el almacén más grande del mundo de arte renacentista.

La eterna Roma, con su embriagadora mezcla de ruinas, arte y vida callejera es una de las ciudades más románticas y seductoras del mundo. Un viaje a Roma consiste tanto en disfrutar de la dolce vita como en empaparse de arte y cultura deleitándonos con monumentos antiguos recuerdan la edad de oro de la ciudad.

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